viernes, 12 de marzo de 2010

LA DIFICULTAD DE SER UN BUEN TRADUCTOR


Los que estudiamos una carrera de filología, en mi caso la inglesa, nos damos cuenta de la extrema dificultad que es llegar a ser un buen traductor de esa lengua fuente, o de cualquier otra, porque su complejidad se basa en muchos factores que no dependen del número de masters que se tenga, sino de la experiencia con ella que los años lentamente te van encaminando, si antes no abandonas, hacia su erudición, y que en este caso obligatoriamente tiene que ser por partida doble, ya que el mismo calco ha de reflejarse también en la propia lengua materna.
Pero esto es sólo la herramienta de trabajo, ahora viene la necesidad de conocer también en profundidad al escritor que vas a traducir, porque de lo contrario tus palabras nunca expresarán en su justa medida, las connotaciones que quiere transmitir. Son tantas y tan diversas las sutilezas y matices en su acto creativo, que siempre se nos escaparán muchas de ellas, empobreciemndo así nuestro trabajo final por muy elaborado que nos parezca.
Por eso algunos lectores privilegiados prescinden de los traductores y se recrean ellos mismos, en la lengua materna del escritor, lo que no resulta fácil ni eficaz la mayoría de las veces. Pero tenemos ejemplos significativos: Unamuno aprendió de anciano el danés para poder leer en su fuente a Kierkegaard.
Para ilustrar con un ejemplo todo esto, voy a seleccionar unos pocos renglones de la obra de Rabindranath Tagore: Gitanjali ( Macmmillan, 1980 ) con la traducción hecha por Zenobia y Juan Ramón Jiménez ( Aguilar,1974 ).
Voy a intercalar el inglés con la traducción castellana.
Tagore tradujo personalmente del bengalí al inglés parte de su obra para divulgarla, lo que le valió el premio nóbel, sin duda, reconocimiento que no habría nunca tenido lugar, de no haberlo hecho así.

Thou hast made me endless, such is thy pleasure
Fue tu voluntad hacerme infinito

Nos perdemos con esta traducción un montón de matices: el empleo de las formas arcaicas de los pronombres personales en vocativo,( que se siguen unsando en la liturgia y en la Biblia hoy día ) que contienen una carga subjetiva de respeto en este caso hacia el Creador que no se puede omitir ( lo mismo con la forma verbal hast, y el adjetivo posesivo thy ). Desaparece ese matiz de continuidad del acto mismo de la creación a través del pretérito perfecto en antítesis con la fuerza semántica de la palabra endless como sin fin o eterno. También la palabra pleasure: placer, ilusión creadora no es sinónima de voluntad. Juan Rámón aquí, no es un traductor porque crea otra versión, reescribe con su estilo este texto.( Por lo que yo no estoy leyendo a Tagore ).

This frail vessel thou emptiest again and again, and fillest it ever with fresh life.
Este frájil vaso mío tu lo derramas una y otra vez, y lo vuelves a llenar con nueva vida.

El adjetivo frail encierra una cualidad muy bella, la fragilidad de la vida, contenida en algo más que un vaso: la vasija del alfarero que se vacía y llena continuamente.( Clara alusión a la teoría oriental de la reencarnación de las almas ) Para nada los matices de derramar, ni explicitar el pronombre posesivo mío. Sin embargo aquí Juan Ramón respeta la cadencia de los presentes, pero el inglés lo refuerza con el adverbio ever que en nuestra lengua equivaldría a siempre. Por último traducir fresh por nuevo, no es absolutamente exacto. ( Sigo sin leer a Tagore ).

Todo esto en los cuatro primeros renglones. Así seguiríamos hasta concluir las 1268 páginas de este libro. En el tintero quedan preguntas fascinantes: Cómo pasa Tagore del politeísmo de su religión al monoteísmo occidental, algo completamente necesario, para adaptar su obra a nuestra forma de pensar. Qué es lo que realmente reflejó en bengalí, su lengua materna en la que escribió. Preguntas que quedan sin respuesta a no ser que me ponga a estudiarla para descubrirlo.( O espere a que alguien lo haga por mi ). Por cierto todavía hay más de cien mil de sus versos sin traducir al inglés.
JA Casar

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