viernes, 9 de abril de 2010

LUGARES PARA SUSURRAR AL OÍDO: PLAZA DE DÑA ELVIRA


Dicen los sevillanos que visitar Sevilla y no ver el Barrio de Santa Cruz, es como ir a Roma y no ver la Plaza de San Pedro, y tienen razón porque sería no sentir plenamente el alma de esta ciudad.
Si puedes elije ese tiempo intermedio entre la Semana Santa y la Feria de Abril. Habrá menos gente y presenciarás el estallido multiculor de la primavera andaluza por todas partes.
La Plaza de Dña Elvira es uno de sus rincones más bellos. Hay que descubrirla al mediodía, cuando más apriete el calor y lo primero que tienes que hacer, es no dejarte llevar por los comederos que despliegan las mesas a la espera del sudoroso visitante, ni por los platos de cerámica que como ganchos cuelgan las tiendas en las paredes.
Vete directamente a sentarte en uno de sus bancos azulejados e inmediatamente descubrirás que estás bajo un dosel de naranjos en flor que te están perfumando el aire. Si cierras los ojos por tu mente desfilará todo cuanto hasta entonces hayas visto: Esperanzas de Triana y Macarena,tallas de Montañés y Juan de Mesa, murillos y zurbaranes, mocáraves y arquerías y quizás, la mirada que te lanzó una mujer andaluza... El ruido de voces te hará abrirlos de nuevo y siempre será lo mismo, un grupo de turistas con guía que saliendo del Callejón del Agua, entran por el extremo de la plaza, para pararse un momento a escuchar la leyenda de que aquí estaba la casa de D. Gonzalo de Ulloa, padre de Dña Inés, del D. Juan Tenorio de Zorrilla y salir sin más, hacia la Judería camino de la Plaza de las Banderas.
Me dan ganas de detenerles para decirles que no pueden irse sin respirar el aire de azahar de un poquito más adentro o que cambien tanto rumbo establecido y caminen la Calle Susona que tienen justo al lado sin percatarse de ella.
Al final les dejo marchar y cuando vuelve la tranquilidad y cierro otra vez los ojos descubro el lenguaje musical de la fuente de esta plaza: los tonos tan sutiles que tiene el agua y que tan bien supieron cantar los poetas de al-Andalus. Me concedo a mi mismo estar más tiempo aquí, nadie me lo va a impedir y me siento feliz.
JA Casar

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